La Escuela de la Madre Tierra se constituye en un espacio principalmente formativo. Los procesos formativos son de diversa duración. Pueden existir procesos puntuales que aporten a desarrollar cualidades específicas en cierta temática; procesos cortos que contribuyan en la cualificación de las personas en cierta rama o área; procesos largos que desplieguen en los participantes competencias necesarias para avanzar en conocimientos de profesionalización y finalmente procesos a nivel de educación superior que permita a los participantes que se han formado repensarse y reorientar sus capacidades y cualidades desde la despatriarcalización, descolonización y la búsqueda de nuevos paradigmas que estén al cuidado de la Madre Tierra.
En este sentido la EMT cuenta con un plan y programa de formación del que emerge la Oferta de Ciclos de Formación Comunitaria. El mismo se ha estructurado en 4 niveles:
Cada comunidad es considerada como el espacio de la escuela, donde se desarrollan actividades de aprendizaje que se integran con la vida cotidiana y los procesos de la comunidad.
En el contexto actual a nivel local, nacional y global, la Escuela de la Madre Tierra Kawsay se enfrenta a una crisis climática y civilizatoria. Los efectos del desarrollo dominante en las últimas décadas se manifiestan en cambios climáticos catastróficos que afectan a las comunidades. Lluvias torrenciales y cortas, sequías prolongadas, granizadas y nevadas fuera de temporada están causando destrucción de cultivos. Los hermanos guaraníes, por ejemplo, sufren ciclos de sequías que afectan sus sembradíos debido a la falta de agua.
Esta situación provoca que muchos jóvenes abandonen las comunidades y busquen oportunidades en las ciudades, pero este cambio implica una pérdida de identidad cultural y desmembramiento familiar. La transición a un entorno urbano diferente resulta en una adaptación difícil y en una desconexión con la madre naturaleza y la vida comunitaria que caracteriza a las comunidades rurales.